Llegamos a noviembre, el penúltimo mes del año. El nombre de este mes deriva de Novem, nueve
en latín, por haber sido el noveno mes del año en el calendario romano antiguo.
Sin embargo, al intercalarse dos meses más tarde en el calendario, este mes
noveno ha acabado siendo el undécimo de nuestro calendario gregoriano. En
noviembre los días tienen unas 10 horas de luz en
nuestras latitudes, por lo que disponemos de unas 14 horas diarias para
observar el cielo nocturno.
El novilunio sucederá el martes 29 en Ofiuco, mientras que la Luna llena
tendrá lugar el lunes 14 en Tauro. En algunas culturas, la luna llena de
noviembre se llama Luna del Castor,
por acaecer en un momento que es favorable para la caza de estos roedores; en
otros lugares recibe el nombre de Luna Escarchada. Nuestro satélite alcanzará
su punto más cercano a la Tierra (perigeo) exactamente el día 14, por lo que
esta luna llena será particularmente cercana y brillante: una Superluna. En ese momento la Luna se nos mostrará 16%
más grande y 30% más brillante que cuando la vemos en su punto más lejano a la
Tierra (el apogeo).
Los planetas nos regalarán algunas bellas estampas en noviembre. Venus,
Marte y Saturno serán visibles al principio de la noche, mientras que Júpiter
aparecerá brillante antes del amanecer. Sin embargo Mercurio no es visible este
mes. En el anochecer de los días 1, 2 y 3 del mes, una hora tras la ocultación
del Sol, tendremos a Venus y Saturno próximos entre sí, y cercanos al fino filo
de la luna creciente, mientras que Marte brillará más alto en el horizonte. El
espectáculo se desarrollará por el sudoeste, en la
constelación de Ofiuco. Al alba de los días 24, 25 y 26, unas dos horas
de que se levante el Sol, conviene mirar hacia el este, a la constelación de
Virgo, donde Júpiter brillará generosamente cerca de la luna menguante.
En noviembre tienen lugar dos lluvias de meteoros: las Táuridas y las
Leónidas. Las Taúridas son pequeños fragmentos del Encke, uno de los cometas
brillantes de periodo más corto, pues tan solo tarda unos 3 años en completar
su órbita alrededor del Sol. El máximo de actividad de esta lluvia será el día
4 de noviembre, durante el cuarto creciente.
Las Leónidas, como su nombre indica, tienen su radiante en la constelación
de Leo. Están originadas por el Tempel-Tuttle, un cometa de 33 años de periodo
que posee un núcleo de unos 2 kilómetros de tamaño.. Son meteoros muy
brillantes y extremadamente rápidos pues alcanzan velocidades de unos 250.000
kilómetros por hora. La de las Leónidas es una lluvia que varía mucho de un año
a otro. Resulta particularmente activa en los años en que el cometa Tempel-Tuttle pasa cerca del
Sol (por el perihelio). En esos años, las Leónidas se pueden
convertir en una auténtica tormenta de meteoros. De hecho, la observación de
las Leónidas en el siglo XIX, en particular la tormenta de 1833, tuvo un gran
impacto en el estudio de los meteoros (que hasta entonces se consideraban
fenómenos atmosféricos). Hace exactamente 50 años, en 1966, se contabilizaron
más de 100.000 meteoros por hora. Habrá que esperar al próximo paso del
perihelio del Tempel-Tuttle, en el año 2031, para ver otra gran tormenta de ese
estilo. Por el momento, en
este año 2016 se prevén unas decenas de meteoros por hora como máximo.
La mayor actividad tendrá lugar en la noche del 17 al 18 de noviembre, una
noche en que la luna estará aún muy brillante, pues el plenilunio ha sido el
día 14. Convendrá prolongar la observación al principio de las noches del fin
de semana del 18 al 20, según la luna vaya levantándose más tarde y vaya
perdiendo brillo. Para la observación de las Leónidas basta con situarse en un
paraje oscuro, protegido de la contaminación lumínica, y no limitarse a la
constelación de Leo, sino vigilar la mayor parte posible de la bóveda celeste.
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