La zona central de Italia lleva sufriendo una serie de terremotos destructivos con magnitudes superiores a seis (escala de Richter) desde que se tienen registros históricos (comienzos del siglo XX), con un total de más de 40.000 víctimas mortales y cuantiosos daños materiales: 1905, Calabria, máxima magnitud registrada en la zona de 7.2; 1915, Avezzano; 1930, Irpinia; 2009, máxima mortalidad con más de 30.000 víctimas; 1976, Friuli; 1980, Irpinia; 1997, Asís; 2002, Campobasso; 2009, L'Aquila/Abruzzo; 2012, Módena; 2016, Sellano. Esta zona pertenece al cinturón montañoso norte-sur-oeste de los montes Apeninos que constituyen geodinámicamente la espina dorsal de la bota italiana y se inserta dentro de una de las zonas sísmicamente más peligrosas de Europa por cuatro razones diferentes
1. Tectónica de placas: el orógeno de los Apeninos (así como los Alpes, los Pirineos o las Béticas) resulta del choque norte-sur de dos megaplacas tectónicas hace 20 millones de años (África convergiendo hacia Eurasia) en la zona occidental de la cadena alpina. Su evolución posterior (terciario superior a actualidad) es compleja y la actividad sísmica es notable al estar localizado este orógeno en las cercanías de la ancha zona de falla que pone en contacto las placas africana y europea (que siguen convergiendo). En la actualidad la neotectónica de la parte central de Italia se caracteriza por un régimen extensional subperpendicular a los Apeninos, donde interviene por el este un retazo de microplaca oceánica que subduce hacia el sur-oeste por debajo de Italia (placa Adriática) y por el oeste el mar Tirrénico que se abre en dirección este-oeste. El resultado de estas tensiones corticales contrastadas es que la parte central de los Apeninos se está abriendo unos 3 milímetros al año aprovechando una serie de fallas subhorizontales de deslizamiento soterradas a pocos kilómetros de profundidad, lugar donde se producen los terremotos de este sector de Italia (destructivos por la escasa profundidad).
2.
Densidad
de población: la zona central de Italia tiene una densidad de población
(permanente y estacional) muy superior a países de Europa que son más sísmicos
(Islandia o Grecia).
3.
Antigüedad de las edificaciones: en esta región
abundan las pequeñas poblaciones con edificios de
varios siglos de antigüedad que se apiñan entre fuertes relieves montañosos y que no son nada resistentes a las sacudidas sísmicas.
4.
Orografía
montañosa: se trata de una zona montañosa con una fuerte orografía donde las
pendientes pronunciadas propician deslizamientos de terreno destructivos.
En lo que respecta a la posible
prevención y predicción de esta actividad sísmica recurrente de magnitudes
superiores a 6 es prácticamente imposible tratándose de una zona activa de
interplaca (a diferencia del Reino Unido, por ejemplo, que está en un dominio
intraplaca). Lo único que se sabe es que el periodo de recurrencia de estos
seísmos destructores está entre cinco y 150 años y las medidas preventivas
deben contemplar un monitoreo permanente de la microsismicidad, así como una
modernización de los viejos edificios sísmicamente inestables de la comarca.
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