
Según detalla el equipo que firma el descubrimiento,
liderado por Michaël Gillon, los planetas de este sistema solar han sido
denominados TRAPPIST-1b, c, d, e, f, g y h, en orden creciente de distancia de
su estrella. El sistema de TRAPPIST-1 no ha sido descubierto ahora. En mayo de
2016 se anunció el hallazgo de tres planetas orbitando esta enana roja, cuya
descripción se publicó también en la misma revista (los primeros fueron
llamados TRAPPIST-1 b, c y d). Las nuevas observaciones realizadas para investigar
mejor esos mundos han permitido detectar otros cuatro planetas. ¿Un análogo del
Sistema Solar?"Estamos ante una noticia muy importante porque parece un
análogo del Sistema Solar, tres planetas rocosos cerca de la zona de
habitabilidad de la estrella y probablemente planetas gigantes a mayor
distancia, como en nuestro sistema solar. Y es, sin duda, el sistema planetario
de este tipo más cercano a la Tierra", explica a este diario Bruno Merin,
científico de la Agencia Espacial Europea (ESA), sin vinculación con este
estudio. "Se trata de un sistema planetario sorprendente, no sólo porque
hayamos encontrado tantos planetas, sino porque son todos asombrosamente
similares en tamaño a la Tierra", afirma Michaël Gillon, investigador del
Instituto STAR en la Universidad de Lieja (Bélgica) y autor principal, en
declaraciones recogidas por el Observatorio Europeo Austral (ESO), uno de los
centros involucrados en el estudio, pues en la detección se utilizó su Very
Large Telescope (VLT), en Paranal (Chile)."El otro exoplaneta aún más
cercano y posiblemente en la zona de habitabilidad es el que orbita la estrella
Próxima Centauri, que está a tan sólo 4,2 años luz (comparada con los 39 años
luz de ésta), pero sólo se conoce un planeta muy cerca de la estrella, no un sistema
completo como éste", subraya Merin, que trabaja en el Centro de Astronomía
Espacial (ESAC) de la ESA, en Villafranca del Castillo (Madrid).
Entusiasmo y cautelaEl descubrimiento ha sido acogido por la
comunidad científica con una mezcla de entusiasmo y de cautela. Y es que, como
señala en conversación telefónica el astrofísico Pedro J. Amado, "aunque
se trata de un hallazgo muy interesante, de momento sólo sabemos el radio de
estos planetas, es decir, su tamaño, y una estimación de su masa, pero todavía
no conocemos características muy importantes, como si tienen atmósfera o campo
magnético. La masa no la sabemos, por lo que podrían ser de tipo rocoso o bien
de tipo oceánico. En principio, los siete son mundos templados, ni demasiado
fríos ni demasiado CALIENTES, y podrían albergar agua líquida", señala
Amado, uno de los descubridores del planeta Próxima b.Los siete planetas
descritos en este estudio han sido descubiertos mediante una técnica denominada
de tránsito. "Se detectan mirando a la estrella y viendo las disminuciones
de luz cuando los planetas pasan por delante. Es decir, cada planeta causa un
pequeño eclipse en su estrella", señala Amado, responsable del grupo de
estrellas de baja masa, exoplanetas e instrumentación del Instituto de
Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Precisamente Amado está estudiando la
estrella TRAPPIST-1 con el instrumento CARMENES, un proyecto conjunto de España
y Alemania en el Observatorio de Calar Alto, en Almería. Este buscador de
planetas utiliza otra técnica, denominada de velocidad radial, que emplea
espectroscopía de alta resolución y que les permitirá determinar la masa de
estos planetas. Comenzaron a escrutar este astro cuando se encontraron los tres
primeros planetas. "Como son estrellas tan frías, emiten en el infrarrojo
y nosotros tenemos el único instrumento de infrarrojo para observarla",
asegura.Se trata de dos técnicas de detección de planetas extrasolares complementarias.
"La del tránsito te da el radio, el tamaño del planeta, mientras que la de
velocidad radial te puede dar la masa. Y si tienes la masa y el radio, puedes
determinar su densidad y su composición", relata.
Las enanas rojas, dice Amado, son "muy abundantes.
Representan en torno al 70 o 75% de estrellas de nuestra galaxia. Podríamos
decir que tres de cada cuatro astros lo son". Debido a que son muy débiles
y muy pequeñas, no se ven fácilmente. Comparada con nuestro sol, TRAPPIST-1
tiene sólo el 11% de su diámetro, el 8% de su masa y su color es mucho más
rojo.En el descubrimiento de este sistema solar también han estado involucrados
el telescopio TRAPPIST-Sur, instalado en el Observatorio La Silla (Chile), y el
telescopio espacial Spitzer de la NASA. "Se trata del resultado más
emocionante que he visto en los 14 años de operaciones del Spitzer",
señala Sean Carey, jefe del Centro de Control de este telescopio en el
Instituto Caltech de la NASA que, en otoño de 2016, observó a esta estrella
durante 500 horas seguidas. Según señala Amado, podremos saber mucho más de
estos mundos con el telescopio espacial James Webb. Este potente instrumento,
cuyo lanzamiento (tras varios retrasos) está previsto para finales de 2018,
tendrá mucha más sensibilidad y podrá detectar las huellas químicas que revelan
la presencia de agua, metano, oxígeno, ozono y otros componentes de la
atmósfera de un planeta. Asimismo, según ha explicado la NASA, el James Webb
permitirá analizar las temperaturas de los planetas y la presión que hay en su
superficie, factores que ayudarán a determinar si son mundos habitables. De
momento, son numerosas tanto las preguntas como las hipótesis sobre estos siete
mundos. Del mismo modo que desde la Tierra siempre vemos la misma cara de la
Luna, los científicos creen que estos planetas siempre muestran a su estrella
el mismo lado, lo que significaría que en una zona siempre es de día o de
noche. También supondría que su meteorología sería muy diferente a la de la
Tierra, quizás con vientos muy fuertes y cambios extremos de temperaturas.
"Definitivamente, la vida es posible en estos mundos, aunque podría ser
muy diferente debido a que probablemente hay niveles muy altos de radiación
ultravioleta en sus superficies", ha declarado Lisa Kaltenegger, directora
del Instituto Carl Sagan de la Universidad de Cornell. Mundos por
descubrir"Es fantástico que haya tantos planetas en un solo sistema.
Dado lo difícil que es encontrar un sistema tan cercano al Sol con tantos planetas, eso probablemente implica que estrellas de baja masa (Próxima Centauri está en ese grupo), tengan muchos planetas rocosos", apunta por su parte Guillem Anglada-Escudé, astrofísico en la Universidad Queen Mary de Londres y líder del equipo que descubrió el planeta Próxima b, el más cercano a la Tierra. Según explica a EL MUNDO a través de un correo electrónico, siguen investigando Próxima b, un mundo potencialmente habitable que, debido a su relativa proximidad, podría ser en el futuro el objetivo de la misión de exploración no tripulada que propone el astrofísico británico Stephen Hawking. Sin embargo, con las tecnologías de propulsión actual, para recorrer los aproximadamente 4 años luz que nos separan de él serían necesarios unos 30.000 años. Hawking y el resto de los padres del proyecto Breakthrough Starshot confían en que en unas décadas se podría acortar ese viaje hasta los 30 años si se enviaran minúsculas naves, del tamaño de un chip de ordenador, a una velocidad de 60.000 kilómetros por segundo. Tecnología que todavía no está desarrollada. "Estamos haciendo algunas medidas complementarias de Próxima b, pero volvemos a la carga en verano con una campaña de 100 noches seguidas. Sospechábamos que [la estrella] Próxima [Centauri] podía tener más planetas, y también vamos a empezar a hacer otras dos estrellas muy cercanas. Una de ellas, bastante conocida, es la Estrella de Barnard, está a 5,9 años luz, y es la siguiente estrella más allá de Alfa Centauri", explica el investigador español, elegido por la revista Nature como uno de los 10 mejores científicos del año.El resultado de TRAPPIST-1, dice Anglada-Escudé, "no sólo confirma la sospecha, sino que hace bastante probable que encontremos alguno o algunos planetas más". El objetivo, añade, "es ir haciendo todas las estrellas del entorno solar inmediato".
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